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Cuéntame un cuento IV

Hoy al levantarme le pedí de nuevo a mi marido «regálame un cuento» y en unos minutos redactó:

ANTIESQUIZOFRENIA

 

O sueño o fabulo. O sueño que fabulo. O
fabulo que sueño.

Pero no puedo imaginar la sonrisa de un
gato colgada en el aire, mientras el gato corre y desaparece.

Lo que veo es un perro, correteando cerca
de mí, aunque no tengo perro.

Es un perro con su cabeza, orejas y cola,
al que le falta el tronco y las extremidades.

O no los tiene, o si los tiene no los veo.

Si no los tiene, eso confirma que el vacío
prevalece y se impone a la materia.

Si los tiene y no los veo se ha de deber
al conocido fenómeno de que absorben y no reflejan la luz.

Pero me intriga la manera de cómo los
impulsos eléctricos y químicos de su cerebro hacen que se mueva su rabo.

Aunque mejor pensado nada impide que las
instrucciones cerebrales se propaguen en el vacío.

Deslizo mi mano por el espacio donde se
supone se encuentra el tronco del perro y no encuentro resistencia. Ello no
prueba que no exista materia, porque ésta puede ser tan porosa que no ofrezca
resistencia.

La permeabilidad es más común en Física
que la resistencia.

Y eso sin acudir a consideraciones de tipo
metafísico y teológico.

El perro, solo cabeza y rabo puede ser la
idea-forma platónica de perro en proceso de construcción.

O también puede ser el prototipo de perro
en la mente divina todopoderosa, procediendo la existencia a la esencia como el
rayo antecede al trueno, siendo el mismo fenómeno.

Pero el mundo es anodino y si encuentras a
un unicornio te obligarán a que le sierres el cuerno para que se asemeje a un
caballo.

A mí, cuando me obligan la tomar medicación
para la esquizofrenia, me desaparecen estas elucubraciones y entonces veo
perros de cuerpo entero que sólo saben aullar.

www.relatosdepatricia.blogspot.com.es

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