pintorapalopi.com Blog CUENTO: Nina (II) La primera comunión.

CUENTO: Nina (II) La primera comunión.

               

Nina
fue creciendo en un mundo donde colores y formas daban sentido al paso de sus
días. Ese mundo de  niñez
solitaria, carente de todo afecto fue vivida cargada de fantasía.
Su
mundo era tan pequeño, tan insignificante y a su vez tan enorme que vivía
sumergida en sensaciones e ilusiones que en  cada despertar  la tenían absorta.
Nina se
refugiaba en aquello por lo que se sentía atraída: acumular pequeños objetos de
color: hojas secas, múltiples hilos de colores, restos de telas que arrastraba
el viento de las costureras con diferentes texturas, dibujos y matices. El
grato olor que desprenden los cuadernos y las gomas de borrar cuando son
nuevas, el suave tacto de los lápices al estrenarlos, en especial se
sentía feliz cuando podía comprar una caja de lápices de colores Alpino.
Nina,
franela y algodón
Nina
siente su primer contacto de ternura al sentirse arropada por suaves franelas y
tierno algodón, especialmente cuando estrena  pijamita
y ropita interior. Espera una, quizás dos veces al año poder estrenar algo
nuevo de roce tierno que le aporte caricia y calor.
Nina se
confiesa
Nina
recibe clases del Cielo, del Purgatorio y el Infierno, debe conocer el pecado,
debe evitar a partir de ciertos años pecar. Se ha de preparar, debe recibir la
primera comunión limpia de todo pecado, meses antes se ha de confesar.  

La primera vez que acude al confesionario tras decir el «Ave María
Purísima» y contestar el padre «Sin Pecado Concebida» no sabe
qué decir, así que tras un rato de silencio el padre es quien  habla y pregunta que es lo que
viene a confesar, pero Nina dice que no tiene nada que contar. Arrodillada, a
través del enrejado el Padre va diciendo pecaditos para que se identifique y
diga si recuerda haber cometido alguno. A partir de entonces Nina sabrá que
decir cuando las monjitas la envíen al confesionario. Después de estar
arrodillada largo rato salió limpia de todo pecado, con algún que otro Padre
Nuestro que rezar y que Nina nunca rezó.
Las
demás veces sería más rápido y fácil al tener que inventarlos. Nina a su corta
edad no conocía realmente el significado de pecar. Ni en sus actos ni
en los que la rodeaban veía maldad. Sus confesiones serían
similares a; me he encontrado una goma de borrar y me la guardé; no me he
comido las judías blancas y las he ido pegando bajo la mesa del comedor;
me fui del examen diciendo que me encontraba mal; me he reído de la
monjita mayor que no ve bien y mira al hablarme donde no estoy, me hice pipí en
la cama…etc. etc.
Nina
toma la Primera Comunión
Como
todos los niños la toman al vivir inmersa entre bloques y paredes de techos
altos llenos de reliquias, incienso y sermón, Nina toma la Primera Comunión y
estrena solo calcetines de algodón. Se siente herida y durante la misa, cantos
y sermón no para de pensar más que le faltan los paños nuevos que cubran su
interior.
Es
vestida con traje y zapatos  blancos
que ha de devolver cuando terminen de cantar el coro y tocar el orfeón. Los
trajes y zapatos fueron regalados a las monjitas gentes de mucha holgura para
ser usados  sólo unas horas
en la Primera Comunión. Todo lo que recibe Nina es usado, todo, menos los
calcetines blancos de algodón.
Nina
estrena zapatos
Uno de
los mejores regalos que cree recibirá más tarde, son unos zapatos
nuevos. De todos, dos pares le están bien, uno deportivo y el otro de charol.
Los bonitos de charol las monjitas se lo regalan a una niña de tiernos ojos
azules que encima no toma la Primera Comunión. Sus ojos y  largo cabello
rubio impiden a las monjitas ponerle zapatos marrones de cordón. Sienten
debilidad, su rostro y rasgos son de Virgen María y debe vestir reluciente,
como los Santos y claro…¡le van más los zapatos de charol! Nina no tiene el
rostro de María, es morenita de oscuros ojos verdes. Pasa el día enfadada
porque lleva calcetines finos de algodón con bastos zapatos marrones,
de oscuros cordones…nada finos para lucir un día tan especial.

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